miércoles, 30 de marzo de 2016

Letting go

Este es mi último nudo a la esperanza que desato en un intento de apartar mi orgullo y decirte lo que siento, o he sentido, puesto que ahora mismo una niebla no me deja percibir mi interior con claridad.
Si algo he aprendido es que exponerse duele, pero duele más la idea de no haber explorado todas las habitaciones, aunque se trate de una casa sin amueblar.
'En este momento me aterra el compromiso', 'mi alma aún se encuentra en reformas', 'sólo pienso en cumplir metas y obligaciones, lo demás es secundario'...  son claros ejemplos que, lejos de pasar desapercibidos, han marcado mis pautas de comportamiento desde un principio. Cualquier persona en mi situación, y dejándose guiar por la razón, se alejaría del borde aún pudiendo apreciar mejor la vista, sin tener por qué caer... Pero un impulso irracional, algo innato dentro de mí me incita, me invita a adentrarme en causas perdidas, en intentar llenar vasos vacíos y en encender luces, pasando todos mis duelos y mis posibles heridas a un segundo plano. 
Se trata de implicarte en cada situación que la vida te presenta, porque por algo se te ha presentado, y porque algo debes hacer al respecto. Y eso he hecho yo, intentar implicarme, sin experiencia previa, en un corazón roto. Porque 'estar atravesando la tormenta no significa que no sigas dirigiéndote hacia la luz del sol'. Todo esto ha desembocado en una lucha entre el sentido común, el miedo y el orgullo a partes iguales. Lo cual ha dado lugar a algo lejos de lo que realmente suelo ser...
En un intento por hacerte comprender, tras muchos fallidos, ya que no hemos sabido, o no hemos querido entendernos, debo decir que estoy cansada de arañar tus puertas, y que sólo me encuentre con rechazos e inseguridades, no puedo seguir en el umbral. Reconozco la derrota y te agradezco la partida, pero siento más por ti de lo que me gustaría. He comprobado que no tenía el pecho tan a oscuras como creía antes de conocerte.
Sólo te pido que si no vas a invitarme a entrar, cierres la puerta y tires la llave, que no la entornes ni llames cuando te acuerdes de que está ahí, porque a mí me quedará un tiempo de asimilar que no era la mía, y de pensar qué hubiera vivido si hubiera llegado a cruzarla, si me hubieras dejado... 
Pero de todo hay que sacar una enseñanza, y es que hay que implicarse hasta donde uno empiece a  sentir frío, y que no te puedes dejar las ganas 'moviendo montañas' que simplemente están donde quieren estar.

No sé si llegarás a leer esto, o te darás por aludido, ni si quiera sé si entenderás una mierda de las metáforas que escribo, pero me queda la tranquilidad de que así sea, si es así como debe ser.



(Te)     habría querido mucho.