sábado, 2 de enero de 2016

La clave es cruzarnos de destinos, y no de brazos.

Que nada externo decida.

Escalar la valentía y explorar las profundidades de su cueva.

Desnudar nuestros miedos y fundar nuestras almas.



Delirar en los desiertos de dudas y

explorar los oasis de nuestros sueños, al fin y al cabo

están hechos del mismo material que nosotros, o eso decía Shakespeare.



Proyectar el sol en una vela, que nos ciegue y exaltar otros sentidos.

Haciendo caso al amor, nos tocamos a ciegas.




Ser uno, solo de vez en cuando, pero que sea eterno.

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