lunes, 20 de octubre de 2014

No hay Da Vinci



Deja de emanar luz cegadora a tu alrededor.

Deja de bañar las sombras de destellos, si son efímeros.


No es justo ahora despojar a la tierra semejante belleza.

No es justo que me hayas enseñado las puertas del cielo

cuando mis raíces son subterráneas, 

y tú eso ya lo sabías.


Ya has estado en ellas. Ya han conocido el amor.

Ya han visto la belleza avanzar entre ellas sin temor.

Ya saben que hay vida ahí fuera 

y ya no han vuelto a cantar una canción...



¿Cómo les explico yo que a veces el amor surge entre aves y peces, y que aquí

no hay da Vinci que me fabrique unas alas?





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